martes, 30 de julio de 2013

Tú importas, yo importo... nosotros importamos.

No nos damos cuenta de lo que nos importa una persona hasta que esta se ha ido. Y tampoco nos damos cuenta de lo que le importábamos a alguien hasta que nos vamos.

No sé por qué, no nos gusta decir que alguien nos importa, y realmente nos importa más gente de la que hacemos creen a los demás. Quizás no lo decimos por el miedo a que esas personas importantes nos vuelvan vulnerables, débiles, que jueguen con nosotros. O quizás nos da miedo que para ellos no seamos tan importantes y se rían de nuestros sentimientos, así que haremos como si nadie nos importara realmente.

Lo malo es cuando esa persona decide irse porque realmente siente que no importa a nadie, que es sustituible o reemplazable, y ya es tarde para decirle que no es nada de eso, que es realmente importante aunque nunca se lo dijimos.

Tarde

Es una palabra odiosa. Demasiado tarde para cambiar, demasiado tarde para decir algo, demasiado tarde para TODO, porque esa persona se ha ido sintiéndose pequeño cuando para ti era alguien muy grande.

Así que, para la gente que muchas veces se siente pequeña, reemplazable y sustituible, no lo sois. Todo el mundo deja huella en todo el mundo, y no es tan fácil borrarla. Es verdad que miles de personas pasarán por nuestras vidas, pero muchas se quedaran, y quizás no nos acordemos de ellas siempre, que quizás por una foto, por una canción, o simplemente una palabra, esas personas pueden volver a la mente de alguien, y eso significa que su huella prevalece a pesar del tiempo que pase.

Porque todo, y absolutamente todo lo que haces, deja huella.