lunes, 30 de junio de 2014

Clic.

Se rompió por dentro. Fue la explosión más grande que pudo haber en décadas. Rebotó por todas las paredes de su cuerpo, masacró órganos, paralizó huesos y desintegró músculos. La convirtió en un cuerpo sin vida, con el alma hecho jirones.

Sin embargo, irónicamente, por fuera sólo se oyó un "clic" minúsculo. Así que el mundo siguió caminando sin más.


domingo, 22 de junio de 2014

Ampútame de ti

Vete, no vuelvas, no te sientas mal. Digamos que yo te doy el honor de echarme de tu vida. No me voy, puedes echarme si quieres, quitarme con un corte. Te doy el derecho a hacerme todo el daño que quieras, a mandarnos a mis demonios y a mí a donde te de la gana.
Siempre lo has querido, siempre los has odiado. Supongo que no te enseñaron a vivir con ellos. A mí sí, se convierten en parte de ti, así que prefiero irme con ellos a que acabes odiándome a mí.

De todas formas no he venido a echarte en cara que no te gusten, porque a nadie les gusta, son demasiado suyos, no caen bien. Supongo que son demasiado parecidos a mí como para odiarlos. No nos guardes rencor,  y nosotros no volveremos a pedir que nos dejes volver.

Sólo te pido una cosa: Si me quitas de un corte, que el corte sea limpio. Si me echas de tu vida, cierra la puerta con llave después de irme. Si me haces daño, no me des esperanzas. Porque eso, los restos de un amor, eso si que duele.

martes, 10 de junio de 2014

...

Le esperó. Le esperó toda su vida. Le esperó en su casa, fuera de su colegio, en sus sueños y también en sus pesadillas. Le esperó de todas las maneras en las que puedes esperar, llorando, riendo, incluso le esperó ignorandole.

Esperó tanto tiempo que se le olvidó comer, dormir o vivir. Vivía para esperar y moría de espera. No pensaba en nada que no fuese eso.

Un día, el llegó, y ella estaba débil, tan débil que le constó reconocerle, pero cuando le vió, simplemente sonrió y dijo "sabia que vendrías".


A veces no somos consientes de que alguien nos espera, o que nosotros mismos esperamos.

viernes, 6 de junio de 2014

El peón

Había una vez un pequeño peón blanco, que no era como los otros peones, al menos no interiormente. Si tú le mirases con los demás, pensarías que son idénticos, pero no. Ese peón le costaba hablar con las demás fichas, no se relacionaba como las demás. No podemos culparle, las otras tampoco intentaron nunca hacerla sentir una más, la martirizaban y ella pensaba que era inferior, incluso inferior de los peones, aunque valiesen lo mismo.

En una partida, todas las demás la ignoraban, pero ella continuó con el juego, intentando ignorarlas. Fue avanzando poco a poco mientras las demás iban cayendo. Cuando se dió cuenta, estaba al otro extremo del tablero, y ya no era un peón, era una preciosa e increible reina. Se miró entera, admirada, viendo como los otros peones la miraba en una mezcla de envidia y admiración. Y ahí se dió cuenta de que no era mejor ahora que antes, que, aunque los demás no se dieran cuenta de ello, ella siempre era una reina, aunque tuviera forma de peón.



No dejes de luchar, porque cuando menos te lo esperes, entenderás la reina que tienes dentro.