jueves, 24 de noviembre de 2016

Repetimos.

Debería dejar de hablar de lo mismo y cambiar de una santa vez. Pero bueno. Hola de nuevo.

Me revienta la gente independiente cuando yo no lo soy y viceversa. Ea,dicho. Es egoísta, un "si te acercas me alejo pero si te alejas me acerco" supongo.

El problema ahora esta en que el independiente no soy yo, es la otra persona, y claro, él se aleja cuando solo quiero que se acerque. Y vaya tristeza más tonta por ello.
Son detalles estúpidos, muy estúpidos, que me matan. El que le deje de hablar enfadada y que no le importe,  que acabe siendo yo la que le vuelve a hablar, la que se arrastra mendigando unas cuantas palabras. Digo que le dejo de hablar, se entera a la media hora, y simplemente deja de hacerme caso. Supongo que, si no suena, ni se acuerda de que estoy al otro lado, esperando.

Y es una mierda, la verdad. Me encantaría (aunque suene egoísta a más no poder) que me fuese enfadada y que al volver tuviese mensajes suyos. Aunque sepa que no voy a contestar. Un intento, un "yo sí quiero hablar contigo". Y es egoísta porque sé que quizás está con otras personas, o haciendo cosas importantes. Quizás está trabajando, pero a la mierda, yo también hago todo eso y tardo menos cuando la ocasión lo merece (y si no lo merece también, ya os he dicho antes lo de la dependencia)

Así que aquí estoy, esperando a ver si contesta después de dejar de hablarle durante una hora (realmente 30 minutos porque, como no, a tardado en ver que me iba) Sé que seré yo la que coja el teléfono primero, sé que voy a empezar yo a hablar. Pero Dios, de verdad que si ahora lo mirase y viese un mensaje, solo uno, sería feliz.

Es una mierda ser dependiente. De verdad.

Pero es aún peor cuando lo eres de alguien independiente. Eso mata.


miércoles, 9 de noviembre de 2016

Me retiro.

Siempre tuve esperanzas con las personas, y siempre me dio problemas. Mi vida se podría resumir con la frase "tu problema fue que esperaste de los demás lo que tú dabas por ellos, y no fue así".

Siempre digo que soy una persona triste con momentos felices. Y últimamente es así. Es cansado esperar cosas que nunca pasan, ser capaces de aguantar y aguantar por alguien, y ver  como ellos se rinden al primer golpe. O como no paras de pensar en los sentimientos de todos y que los tuyos propios sean ignorados. Casi prefiero que los destroen, al menos así sabría que los ven.

Y llega un momento en que hechas la vista atrás, en que ves todas esas persona que te han decepcionado a lo largo del camino, En que ves que no ha servido de nada todo lo que has hecho con todo el mundo. Que te sientes un fracaso igualmente.

Pero hoy, dimito. Hoy no espero nada. Hoy desaparezco y da igual si nadie lo ve jamás.

Me rindo, porque si no espero nada de nadie, nadie me decepcionará. Así de triste y así de cierto.


lunes, 17 de octubre de 2016

Te superé

Hace unos años pensé que nunca dejaría de hablarte, y hace unos meses que pensé que nunca te volvería a hablar. Y aquí estoy, rompiendo ambas promesas. Porque tengo que decirte que te superé.

No diré las tipicas frases, porque fuiste tú quien me alejaste. Me hiciste pensar que nunca sería nadie sin ti, y hasta llegué a creérmelo. Menos mal que me miré en un espejo, menos mal que vi lo equivocada que estabas.

Soy fuerte. No he necesitado que nadie me lo diga, lo fui descubriendo yo. Aprendí que, para sobrevivir, tenía que decirme todas esas cosas que nunca salieron de tus labios. Lo increible que podía llegar a ser, lo grande que sería mi ausencia, muchísimo más que la tuya.

Porque, cuando decidí dejarte atrás, hiciste explosión dentro de mí. Dolió, no lo niego, hay trozos de metralla que aún no he conseguido sacar, pero te lo repito, soy fuerte. Me apoyé en otros, y a veces me apoyé solo en mí. Y no te lo vas a creer, pero me funcionó. Me hiciste creer que sentirme sola era lo correcto, yo aprendí que a veces es bueno estar sola, pero nunca sentirlo. 

Sigo en mi burbuja, pero sin ti, es menos gris. He creado un hogar, y tú no entras por las puertas. 

Desde aquí, desde mi soledad, desde mi fortaleza, te deseo lo mejor. Deseo que nunca tengas la necesidad de destruir a otra persona como lo hiciste conmigo. O que esas personas sea capaces de cerrarte la puerta.

Yo no fui capaz. Pero ahora sí. 

Porque te superé.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Sin ti.

Día 1 sin ti: Miro todo el rato mi puerta por si te veo aparecer
Día 2 sin ti: Abrazar tu chaqueta no ayuda a cubrir tu ausencia.
Día 3 sin ti: No sé que es peor, no hablar o los pobres intentos de hacerlo.
Día 4 sin ti: Ya no sé que más hacer para sentirte minimamente aquí.

Día 1 contigo: Se me había olvidado lo mucho que te brillan los ojos.


martes, 20 de septiembre de 2016

Cristales.

Yo quise romperme, porque pensé que, si los veía por separado, podría escoger los trozos mejores y quitar los que duelen, para hacer una mejor versión de mí. Y cual fue mi sorpresa, que cuando ya estaba destrozada en mil pedazos, no pude distinguir los buenos de los malos. Eran todos tan identicos, casi gemelos. Realmente me asusté, pensé que todos eran malos.

Y en ese momento, en el que el daño ya esta hecho, solo me quedó recoger lo que quedaba e intentar formar algo parecido a mí. Y joder, como funcionó, nadie notó que los pedazos se habian movido. Nadie oia el tintineo de los cristales rotos, recorriendo todo mis ser. Cortandome por dentro.

Porque otra cosa que nadi me había dicho, es que los cristales cortaban. ¡Qué tonta que fui! ¡Cómo quedó todo por dentro! Era una maraña de cortes, enredos y desesperación. Estaba tan destrozado todo que empezo a calar por fuera. Los moratones de los critales chocando empezaron a salir debajo de los ojos, en forma de ojeras. Estaba tan arañada que parecía que se habia caido barranco abajo. Y quizás,metaforicamente, eso pasaba.

En este momento de la historia, es cuando llega el gran principe encantador. El que recoloca mágicamente todos mis trozos sin haberlos visto unidos ni una vez. Lo siento, nadie vino a unir mis trozos. Los uní yo. No diré que sóla, no diré que sin ayuda, pero yo. Porque si tú no quieres arreglarte, da igual cuantos principes azules vengan a rescatarte, vas a seguir encerrada en tu torre sin querer salir de él.

Colocarse los trozos duele, sobretodo si estás años dejandolos danzar a su antojo por todo tu ser. Algunos se habían hecho más pequeños, y otros desaparecieron por completo. Fui metiendo piezas, poco a poco, aguantando el dolor.

Y no os lo vais a creer, pero las coloqué todas. Había huecos, no era ni de lejos lo que había sido, pero era un comienzo.


Era un gran comienzo.

jueves, 18 de febrero de 2016

Cuento breve: Monstruo.

Todos sabemos lo que son los monstruos, pero no todos sabemos convivir con ellos. Pero había una chica que sí.

Seguramente no sepas quién es. Seguramente nunca te hayas fijado en ella. Tiene el pelo oscuro, casi siempre tapándole la cara. Tienes unos ojos azules que esconde detrás de unas gafas. No es la típica jefa de animadoras ni la empollona a la que piden los apuntes. Sólo es la chica que se sienta sola en una esquina de la clase, que lo único destacable es que no destaca.

No le importaba no destacar, el problema empezó cuando la empezaron a prestar atención, pero no la que ella esperaba. Las personas le hacían comentarios crueles, y ella, asustada, solo agachaba la cabeza.

Se pasaba muchos descansos entre clases en el baño intentando no llorar. A veces no se podía aguantar y se derrumbaba en mitad del aula, lo que hacía que sólo se rieran más.

Ahí, apareció el monstruo. Él siempre  intentaba tirarla hacía abajo, pero ella luchaba por mantenerse a flote. Casi siempre conseguía mantenerlo a raya.

Las cosas fueron a peor, y cada vez más personas se reían. Le quitaban los deberes, la estropeaban el material y la quitaban las ganas de ir a clase. Nunca ningún profesor dijo nada. Nunca ningún alumno se quejó. Monstruo cada vez gana más terreno, hasta que llegó el día en que la pobre chica se miró al espejo y tuvo que apartar la vista. Esa fue la primera victoria de monstruo, y a partir de ahí todo empeoró.

Se empezó a creer todo lo que le decían que era. Se echaba la culpa de que la rechazaran los chicos de los que se colgaba, se decía que si fuese más guapa, o más alta, o más delgada, podría vivir en paz. Nuestra protagonista cada vez se hacía más pequeña, iba menguando sin que nadie se diera cuenta. Monstruo reía mientras la arrastraba a las profundidades. Ella no podía luchar más, no conseguía subir...

Y desapareció. Lo último que se sabe de ella es que está ahí abajo, con monstruo, donde nadie la ve. Esperando a poder salir. Sin suerte, por ahora.



lunes, 15 de febrero de 2016

La X

No sé si soy parte del problema o de la solución, quizás sólo somos una X y una Y, cada una en su lado y que no se despejan ni para atrás. Y oye, no me preocupa, que de incógnita se vive muy bien, dando dolor de cabeza a algunos (pero fascinando a otros) Soy la de los dobles sentidos, la X que todo puedo o todo le puede, dependiendo de donde se encuentra el igual en la ecuación.

Pero dejemos las matemáticas, que no le gustan a nadie. Yo soy de sintaxis, de buscar el lugar de cada palabra. Supongo que porque yo busco también mi lugar, entre núcleos y predicados.

Y vaya texto más egocéntrico y que egocéntrico llamar a esto texto, cuando solo son palabras amontonadas, ni siquiera escritas en el mismo día ni con el mismo boli. Debería poner alguna vez algún texto en papel, ahí se verían todos los tachones, todos los quiero y no puedo. Ni siquiera puedo decir ahora mismo si llegará alguien a leer estás lineas, o si lo tacharé cuando lo lea de nuevo.

Sólo repetir que cada párrafo es de un día distinto, y que, aún así, sigo pensado que soy la X. Y ya sabéis lo que dicen, "la X marca el lugar".