En una partida, todas las demás la ignoraban, pero ella continuó con el juego, intentando ignorarlas. Fue avanzando poco a poco mientras las demás iban cayendo. Cuando se dió cuenta, estaba al otro extremo del tablero, y ya no era un peón, era una preciosa e increible reina. Se miró entera, admirada, viendo como los otros peones la miraba en una mezcla de envidia y admiración. Y ahí se dió cuenta de que no era mejor ahora que antes, que, aunque los demás no se dieran cuenta de ello, ella siempre era una reina, aunque tuviera forma de peón.
No dejes de luchar, porque cuando menos te lo esperes, entenderás la reina que tienes dentro.
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