martes, 10 de junio de 2014

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Le esperó. Le esperó toda su vida. Le esperó en su casa, fuera de su colegio, en sus sueños y también en sus pesadillas. Le esperó de todas las maneras en las que puedes esperar, llorando, riendo, incluso le esperó ignorandole.

Esperó tanto tiempo que se le olvidó comer, dormir o vivir. Vivía para esperar y moría de espera. No pensaba en nada que no fuese eso.

Un día, el llegó, y ella estaba débil, tan débil que le constó reconocerle, pero cuando le vió, simplemente sonrió y dijo "sabia que vendrías".


A veces no somos consientes de que alguien nos espera, o que nosotros mismos esperamos.

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