Esperó tanto tiempo que se le olvidó comer, dormir o vivir. Vivía para esperar y moría de espera. No pensaba en nada que no fuese eso.
Un día, el llegó, y ella estaba débil, tan débil que le constó reconocerle, pero cuando le vió, simplemente sonrió y dijo "sabia que vendrías".
A veces no somos consientes de que alguien nos espera, o que nosotros mismos esperamos.
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